Schliemann Diary A 4

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NOTE ON PAGES 44-46 OF DIARY A 4

Transcribed by Carmen Serrano de Haro and Alfonso Lucini
Athens, 13th May 2015

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“San Ildefonso, 29/10 Setiembre (sic)
Salimos ayer a las 11 por la noche de Madrid y llegamos aquí hoy por la mañana a las 7. Teníamos buenos asientos de berlina por los cuales sin embargo debíamos pagar 8 reales cada uno. En vez de encontrar aquí-como esperaba- a un sitio real encontré a una miseria. La casa real asemeja antes a una casa ordinaria de dueño de aldea que a un palacio real de verano. En el suelo-cuarto bajo al menos-todo está sucia (sic) y parece en decadencia. Se dice que los cuartos superiores están arreglados con elegancia pero no alcancé verlos. No pudimos conseguir el permiso de ver

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los jardines estando ellos hoy cerrados por motivo del almuerzo que da la Reina para el que están convidados más de 300 personas. Fuimos pues por un ómnibus a razón de ½ real a Segobia que es una de las más antiguas ciudades de España. Allí está el célebre acueducto romano de más de 150 pies de altura que consiste en grandes arcos construidos los unos sobre los otros y la gran maravilla es que las piedras están unidas sin cal ni cemento. Es increíble como los arcos así hechos han podido sostener con facilidad una carga tan pesada durante tantos siglos. Además del acueducto merece  atención la catedral con bóvedas de gran mérito. Las balaustradas que circundan la Sacrictía,el coro y el gran altar son de hierro y magníficamente adornadas. En el coro hay gran número de libros santos escritos con la pluma en la edad media. El púlpito es de mármol y muy bien esculpido. Nos fuimos después al Alcázar o palacio que forma una pequeña fortaleza rodeada de muchos cañones. El castillo es muy antiguo pero recién restaurado. Están en él salas muy bonitas con cielos rasos a la morisca y en dorados o de diferentes colores. Hay en las salas todo género de modelos y patrones de arquitectura. Ofrece desde los balcones una vista soberbia sobre el valle.Fuimos después a tomar el chocolate a un café donde todo estaba muy sucio. Volvimos a la una por el mismo ómnibus en el que teníamos asientos de fuera expuestos a todo el poder del sol ardiente. Y nuestra vuelta aquí presentóse nueva dificultad porque no supimos-sabíamos (sic) como salir, porque no hay ni ómnibus ni diligencia que vaya a El Escorial y para un coche  por allí y 7 leguas me pidieron 30 reales lo que me obstiné no pagar. Me concerté pues con una mujer para que por 4 reales me diese un buen caballo de silla y que su marido me acompañase a pié llevando mi saco de noche.

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O que por 6 reales me diese dos caballos si su marido consintiese ir conmigo. Imposible describir como me disgustó este viaje. Estamos aquí como vendidos y debemos permitir a cada uno robarnos cuanto le gusta. Volviendo hoy de Segobia en el ómnibus teníamos atrás de nosotros algunos oficiales.
El Escoria,l Domingo el 30/ 11 de septiembre de 1859
Ayer me acosté a las 6 de la noche porque estaba muy cansado y solamente me desperté esta mañana a las 6. Fuimos a las 7 ¼ a los jardines reales que son magníficos y en mucho exceden a los célebres jardines de Versalles. Alrededor de los jardines de flores, los cedros (sic) estaban cortados en forma quandrangular o redonda con un globo arriba. En medio de las flores estaba sentada sobre un peñasco la diosa de la independencia circundada de muchos alegres diosas y dioses que tenían ramas en las manos y en cuyas bocas había cañadas o fuentes por las cuales el agua corría. Había una cantidad inmensa de semejantes surtidores en todas partes en jardines con flores y en medio de las encrucijadas de las veredas y nada ha de ser más hermoso que este paseo entre tantas maravillas cuando todos los surtidores corren. Habiéndome alejado de mi compañero me aparté de mi camino y no sin pena alcancé el gran estanque donde había ayer el gran almuerzo que dio la reina. Todavía había allí tinajas y floreros o vasos con guirnaldas y macetas. Los jardineros que había allí me explicaron que había más de 600 convidados y así un número demasiado grande para sentarse a las mesas todos. Pero con excepción de la señora nadie se sentó y todos almorzaron en pié. El vino de Champaña colaba (sic) como agua. Por estar rodeado de frondosas montañas y lleno de encinas y fresnos, este sitio es el más fresco de todos los sitios reales y por eso es el justamente más preferido por la Corte. Salimos a las 9 ½ o a las 10 en un coche que se asemejaba mucho.”

 

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